¡Ladies and gentlemen! ¡lo he vuelto a hacer! Me he adelantado. He visto el documental de Karol G justo el día del estreno en Netflix y vengo a contaros todo lo que me removió. Porque sí, no solo es música, coreografías, pelos de colores y outfits brillantes... es una historia real, intensa y con muchos matices. Nos cuenta su vida sin filtros: la gira por estadios Mañana será bonito, su familia, sus amores… ¡todo!
Karol G ha llegado lejos. Lejísimos. Ha llenado estadios —cuatro, ni más ni menos— con la capacidad que tiene el Bernabéu (¡tela!). Pero ese camino no ha sido fácil. Ha sido duro. Doloroso incluso. ¿Y por qué? Pues porque es mujer. Porque su género musical no “encajaba” con su condición. Y sí, lo digo así, entre comillas, porque vaya tela también. ¿De verdad estamos en pleno siglo XXI? Avanzamos a toda velocidad en muchas cosas, pero cuando se trata de lo básico, como el respeto y la equidad, parece que seguimos dando vueltas en círculos. Nos llenamos la boca con leyes, regulaciones y discursos de progreso, pero a la hora de la verdad, muchas de esas normas son casi imposibles de aplicar. Es como si viviéramos en una realidad paralela donde todo suena muy bien, pero nada cambia de fondo.
El Monstruo de la “Industria” (¡Cómo Suena esa Palabra!)
Ella lo cuenta clarito: lo difícil que fue hacerse un hueco, ganarse el respeto, no solo por ser mujer, sino porque su música no era la “esperada” para una mujer. Y ahí me saltó algo… Cada vez que escucho a un artista decir la palabra “industria”, me da un escalofrío. Me viene a la mente todo el revuelo de hace unos meses con P. Diddy, los menores, los abusos, los famosos implicados… Y es que, cuando dicen “industria”, no se refieren solo a contratos, discográficas o giras. No. Hablamos de un entorno que, en muchas ocasiones, puede ser hostil, injusto, cargado de intereses, de abusos de poder, de silencios incómodos… Un monstruo que engulle talento si no sabe rugir más fuerte. Un monstruo al que se enfrenta cualquier artista nuevo que quiere abrirse camino sin vender su esencia por el camino. Y no, no es precisamente el simpático de Monstruos S.A. que viene a darte risas: este viene con traje caro y sonrisa falsa.
De Selena a Bichota: Legado de Mujer
Resulta que Karol G ha tenido como ídola a Selena Quintanilla. Y cuando lo dijo, yo asentí con fuerza desde el sofá. Mucha gente no sabrá quién es, pero yo sí. Y me siento afortunada, aunque la conociera solo a través de esa película del año 90 y tanto que protagonizó Jennifer López, que, por cierto, la interpretación fue fantástica. Pero también hay rumores que dicen que el papel originalmente era para otra actriz, pero gracias a P. Diddy, que era su pareja por esos entonces, la cosa cambió. Y ahí fue cuando debutó como una estrella... Rumores raros y perturbadores, pero sigamos. Selena es de esas pelis que te encuentras un día en la tele, sin buscar, y piensas: “Bueno, la dejo de fondo mientras echo una siesta”… y ¡pam! Te atrapa. Yo tenía 13 o 14 años cuando la vi y no sé si fue la tarde lluviosa o qué, pero se quedó grabada en mí.
No me proclamo fan, pero si me hablan de ella, sé quién fue. Y si me preguntáis si me sé alguna canción… también. Porque si Selena viviera, y eso lo dicen los expertos, habría sido una reina del tex-mex o quién sabe de qué más. Era una mujer admirable. Luchadora. Y, sí, también guapa. Así que desde aquí: gracias mamá por encender la tele ese día y elegir esa peli.
Y volviendo a Karol y al documental, me pareció precioso y muy emotivo cuando Karol se reencuentra con la hermana de Selena y canta “Como la flor” en pleno estadio en Texas. Yo no pude evitar soltar el lagrimón (y si no, reclamen a Netflix por ese ambiente musical).
El Tiburón (y cómo Karol le Arrancó los Dientes)
Otra parte que me dejó pensando fue cuando habló de un tal “tiburón”. Un personaje oscuro de la industria. ¡Qué sorpresa! Otro más. Y qué alegría que Karol supo más que él. Supo plantarle cara, y no solo eso… ¡le arrancó los dientes! Esta imagen me vino sola: ese tipo de persona que te intenta devorar viva y que solo brilla cuando apaga la luz de los demás. Pero ella no. Ella encendió todas las luces, hasta las que no sabíamos que existían.
Y, ojo, que estos “tiburones” no siempre son hombres. También hay mujeres así. Personas que pisan fuerte… pero solo cuando pisan a los demás. Yo, sinceramente, espero que a esta gente les llegue su “recompensa esperada”. Vamos, lo que viene siendo: que el karma haga su trabajo. Porque hoy en día, en un mundo que prioriza la imagen, el dinero y todo lo superficial, donde la competencia es feroz y parece que solo vale ganar a costa de pisotear al otro, los tiburones están a la orden del día.
¡Cuidado con los tiburones!
Karol G: Chiquita, sí… Pero Poderosa
Karol se muestra tal y como es. A veces insegura, pequeñita… pero con una fuerza que traspasa la pantalla. Y creo que eso es lo que enamora a su público. Más allá de sus canciones, su estilo o su fama, lo que realmente conecta es su energía. Esa capacidad de decir: “Sí, tengo miedo, pero aquí estoy”.
Y es ahí donde millones de mujeres se ven reflejadas. No solo la escuchan cantar, sino que la ven como un modelo de poder y confianza, alguien que tiene la fuerza, la seguridad y la actitud para enfrentarse a todo lo que se le presenta. Karol G representa esa figura poderosa que muchas desearían ser: fuerte, decidida, con un magnetismo físico y una actitud que dice “puedo con todo”. ¡Y soy mujer!
Y para Cerrar... ¿Tú te Consideras Bichota?
Porque esa palabra no es solo una canción. Es una actitud. Es el símbolo de que lo que parecía imposible, ahora es realidad. Es levantar la cabeza después de que la vida te dé una bofetada. Es resiliencia. Y eso, amigas, es lo que deberíamos practicar más a menudo.
La palabra bichota, que Karol usa con orgullo, se transforma aquí en un símbolo de empoderamiento femenino. Tenemos el derecho –y la responsabilidad– de soñar en grande, de cantar nuestra propia canción, de llenar nuestros propios estadios. Porque ser una verdadera bichota es, al final, un sinónimo de resiliencia.
Así que dime tú… ¿te consideras bichota? Porque si la respuesta es “no lo sé”… vuelve a ver el documental. Y hablamos.
P.D. Bichota tú, Bichota yo 😉
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