Panamigue: El Perfil que Quiere Caer Bien a Todos



¿Panamigue?

Para quienes no sepan qué es: Panamigue es esa persona que vuela de grupo en grupo repartiendo buena vibra (y un poco de autoengaño). El amigo de todos, todas y todes. El que parece que tiene pase VIP en cada corrillo. Y sí, también el que acaba por no encajar realmente en ninguno, así lo defino yo.😅 Aclaro: no existe la definición como tal. Si te gusta más podrías llamarlo:  "El alma libre" o "El casi amigo de todos". 

Hablemos en plata

Ese ser, aparentemente celestial, que flota entre grupos como si tuviera una tarjeta de socio platino en cada corrillo. Da igual si es la gente del gimnasio, el grupito de baile, sus amigos de la infancia, los colegas de su pareja o hasta  el club de solteros del pueblo. Esta persona no falla nunca. Tiene el don —o más bien la necesidad— de estar en todos lados y caer bien. Pero cuidado: caer bien no es lo mismo que ser querido de verdad.

Es la típica figura que, aunque no sepas muy bien de dónde ha salido, de repente se cree imprescindible. Como el hielo en el cubata: útil, sí, pero nadie lo echa de menos cuando se derrite. Siempre llega con una sonrisa de catálogo —sincera o no tanto, quién sabe— y un “¡Hola amores!” que parece sacado de un anuncio de champú con brilli-brilli. Se sienta contigo, con tu prima, con tu ex y con tu perro si hace falta. Y al principio cuela: “Ay, qué majo/a/e”. Hasta que rascas un poco y ves lo que hay: simpatía universal que esconde un ego más grande que la cola del Primark un sábado.

¿Gracioso/a o pesado/a?

Porque sí, esta personalidad no solo quiere caer bien: quiere ser el alma, el centro, el comodín emocional de cada grupo.
Si es chica, va de Silvia Abril sin guion; si es chico, cree que es Broncano pero versión “visto en TikTok”. Chistes reciclados, risas autogestionadas y un constante "miradme" envuelto en papel de regalo del que compras en el chino. Pero es que además, tiene las típicas fracesitas: 

— “Es que yo soy muy sociable, me llevo bien con todo el mundo.”
— “Yo es que conecto fácil con la gente, no tengo enemigos.”
(Traducción: tengo una necesidad patológica de agradar y no tolero que alguien no me trague).

Y algo más: ¡un superpoder!
Aparecer donde nadie lo esperaba, meterse en cualquier grupo como si fuera parte del mobiliario y sobrevivir a base de frases hechas y carisma exprés. Camaleonismo emocional en nivel experto.

Su kriptonita:

El día que alguien le diga: “Tío, no eres tan gracioso como crees.”
O peor aún: “¿Pero tú quién te crees que eres?”
Y cuando el grupo deja de reírle las gracias, sus excusas aparecen rápido: mirar el móvil con intensidad fingida o, de repente, tener muchísima prisa por marcharse.
Y pienso yo: ¿irá a buscar consuelo en otro de sus grupos?

Pero lo peor...

No tiene amigos de verdad. Porque seamos sinceros: conforme crecemos, las amistades se reducen, se afinan.
No puedes tener cuatro pandillas, un club de fans y un comité de bienvenida a la vez. No es viable.
Al  saltar de un grupo a otro, al final las confesiones se mezclan, los secretos vuelan, y lo que le cuentas a las del gym, lo escupes sin querer a las del grupo de baile. Y claro, cuando coincides con “otros de sus amigos”, ¿qué pasa?
Que lo ponen verde. Se ríen de su necesidad de agradar. Porque sí: esa persona que va de amiga de todos, en realidad no le cae bien a casi nadie. La gente se cansa. Huele la falsedad. Y se molesta. Y con razón.

¿Y por qué es así?

Porque no sabe estar solo. Porque le da pánico pasar un sábado sin plan, una tarde sin notificaciones, una noche sin palmaditas virtuales.
Porque si se mira al espejo sin público, se decepciona.

Si no te suena nadie así...

…es porque eres ese perfil.
Y lo sabes.

Y oye, me parece muy bien.
Pero también sabes lo que el resto pensamos sobre un ser tan celestial.

Sin rencor, ¿eh?

Esto no es un ataque.
Es más bien una invitación amable a mirarse al espejo sin filtro de Instagram.

Porque, oye, cada vez hay más psicólogos y menos excusas. La salud mental no es solo cosa de quien llora: también va de revisar por qué necesitamos gustar tanto.

Cuidarse por dentro es como hacer la colada emocional: hay que revisar lo que llevas puesto por dentro, separar lo delicado, y de vez en cuando, dejar de intentar ir a todas las fiestas con la misma camiseta de “soy súper majo/a”.

A veces, el verdadero glow-up empieza por quedarse en casa un sábado y escucharse en silencio.
Sin emojis.
Sin “¡Hola amores!”.
Solo tú, y tus propias risas, a ver si también te hacen gracia cuando no hay público.

P.D. No te preocupes, nadie se ha enterado que esta entrada iba por ti. O sí. Tú sabrás.


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