Aventura Extrema Femenina: Mear Fuera de Casa en Verano

Oficialmente, ha empezado la época de festivales, conciertos, playa casi 24 horas y ese “verano sin horarios” que tanto nos flipa… y nos complica la vida. Durante todo el año tenemos el tema presente, pero en verano, cuando los niños acaban el cole y los estudiantes se lanzan a la vida sin despertador, todo se dispara. Y aquí aparece un tema universal, transversal y atemporal que no entiende de edades.

Sí, hablo de hacer pipí. Ese líquido dorado, color oro o quizá mantequilla, el auténtico color del verano —jeje. Bueno, siempre que no tengas un problema serio y se vuelva de un color más agrio y poco gustoso a la vista. Pero en condiciones normales… ahí está, esperando a salir en el peor momento posible.😅

Empezamos por conciertos y festivales

Sí, hay WC portátiles. Pero seamos sinceras: ¿alguien ha cogido alguna vez una infección por usar esos WC? Yo creo que sí, aunque ninguna lo confiese públicamente. Porque no es solo sentarte… ¡es que ni de broma te sientas! Ni ahí, ni en ningún otro baño que no sea de tu absoluta confianza. ¡Sabe Dios lo que puedes pillar, amiga!

Pongamos un ejemplo: hay unos 10 WC para 5.000 personas. ¿De verdad alguien cree que eso es suficiente?

Si al menos fueran unisex (en muchos sitios ya lo son, en otros no), sería más práctico. Aunque, seamos realistas, los baños de hombres suelen estar hechos un asco: manchan el suelo, dejan pelitos púbicos por todas partes… Pero ojo, que las mujeres tampoco somos mejores: papeles a rebosar, compresas abiertas, tampones dando vueltas como peonzas, mojados de agua, pipí… Un festival dentro del festival. Aquí nadie se salva.

Porque al final, el objetivo del baño es uno: descargar, hacer tus necesidades sin convertirte en un primate, y preservar un mínimo de dignidad.

Volvamos al concierto. A mitad del evento es más o menos aceptable ir. Puedes entrar y salir con cierta rapidez. Pero al principio o al final, ni lo intentes. Van TODAS.

Encima, los baños suelen estar separados: hombres a un lado, mujeres al otro. Y en el tiempo en que entran tres hombres, entra una mujer. Y oye, soy mujer, pero yo me pregunto:

¿Qué hacen las mujeres dentro del baño?

Porque yo, cuando me meo, me meo. Entro, subo falda, bajo pantalón y ropa interior, y hago mi pshhhhhh y listo. Si hay papel, me seco; si no, me fastidio, doy tres saltitos y que sea lo que Dios quiera. Así es la vida.

Pero esas mujeres que pasan… y no salen… ¡¿Qué hacen?! Cuando entran dos juntas, ya sabemos que ahí dentro se charla. Porque en 10 minutos no creo que dé tiempo a una revolución política. En ese cubículo enano, te quitas ropa, la otra también… Bueno, ya me entendéis. ¡No cabe la posibilidad! Aunque nada es imposible, ¡jajajaja!

Cuando los baños son unisex, la cosa cambia. Pero a muchos hombres no les gusta. Pues lo siento, amigos: todos, todas y todes tenemos derecho a expulsar líquidos de desecho. Fin del debate.

Y ahora… la playa

Uffff… la playa. Hay que reconocer lo siguiente:

  1. Se mea en el mar. TODOS, TODAS y TODES. Pequeños, grandes y abuelos. No vengáis ahora de finos, que todos lo hemos hecho.

  2. Buscas una playa con baños. Y a veces haces kilómetros solo por eso.

  3. Buscas una playa con chiringuito. Porque no solo expulsamos pipí… también existe la opción de expulsar un señor “perfect”, de esos que te dejan sudando, o peor: que hayas comido algo en mal estado y te dé un apretón mortal.

¿Que hay gente “marrana” que hace lo otro en el mar? Pues claro que la hay. Pero si estás leyendo esto y eres de esos… ¡eres una marrana o un marrano! Qué asco. El pipí se diluye, pero lo otro NO. No es lo mismo. Fin de la discusión.🚫

Los baños de la playa… un espejismo

Hablemos de los baños de la playa. Muy monos, sí. Esas casetillas de madera o de plástico, pintadas de azul o blanco, con dos cubículos y uno para personas con discapacidad. Genial para todos.

Tú llegas con toda la tranquilidad del mundo. El sol brilla, el mar reluce… Todo es perfecto y maravilloso hasta que llegas y te encuentras la puerta cerrada.

¡¿Hola?! ¿Hay cámaras ocultas por aquí? ¿Es un experimento social? ¡Un WC cerrado en la playa a 32 grados a la sombra! Pues sí, amiga, sí. Pasa más veces de las que crees.

Y si no hay chiringuito… ¿qué haces? Pues, con suerte y sin necesitar la ayuda de nadie, activas tu GPS mental. Empiezas a mirar alrededor. Localizas el parking. Buscas coches donde camuflarte. Te apartas, te agachas y… ahí dejas tu charquito.

Y oye, qué gran descanso, incluso a veces hasta placer. Jajajajaja.

Pero si no es tan fácil… necesitas ayuda. Una amiga, tu novio o tu marido (aunque dudo que lo hagan sin poner cara de drama). Pero no te queda otra. Cogéis la toalla, tú te vas detrás del coche, él sujetando la toalla cual biombo improvisado… y por fin puedes hacer pipí. Y qué gustazo también.

Y ellos, ¿qué?

Pero vamos a ver… ¿y ellos?

¿Qué pasa con los hombres cuando se están meando? ¿Tan difícil lo tienen? ¿Tanto lo piensan? Porque, oye, yo lo veo claro. Ellos siempre encuentran algún pino, un seto, una esquina de muro. Se giran, sacan “el tema” y listo.

Pero nosotras… cada pipí fuera de casa es un desafío, una coreografía, casi una experiencia espiritual.

Te digo algo: en mi próxima compra a Shein voy a meter en mi cestita ese aparatejo para poder mear de pie. ¡Chicas, es hora de igualdad REAL en el terreno del pipí!

Conclusión: Ser mujer y querer hacer pipí fuera de casa es un deporte extremo. Así que, amigas, que nadie os diga que el verano es solo postureo y cócteles. ¡Detrás de cada festival, concierto y día de playa, se libra la auténtica batalla por encontrar un baño decente… o al menos sobrevivir en el intento!

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