Escapada Express: Un Chute de Felicidad

A ver… ¿qué me decís de estas escapadas de un día y medio? Os adelanto algo: merecen la pena, y mucho. Más que un descuento del Black Friday y más que ese “me gusta” inesperado de tu crush.

Os cuento mi última. Y cuando digo escapada es literal: nivel low cost, pero con alma.

Arranca la odisea

Meses atrás abriste Skyscanner con la filosofía de “donde sea, pero barato”. Ese momento iluminado en el que te da igual el destino: lo bonito es que tú estés allí, no que Instagram te muestre fotos del lugar.

Llegó el viernes. Son las 13:00h. Bolso de mano… y carretera. Prisa, mucha prisa. Pero tampoco tanta como para ir al más allá: hay que llegar vivos.

Llegas al aeropuerto. Aparcas. Entras. Miras la pantalla y —milagro— tu vuelo existe, no te has equivocado de día, compañía ni aeropuerto.

Control de seguridad:
Ese circo romano moderno donde te quitan cinturón, botas, reloj, pendientes y, si les dejas, la dignidad.
Y lo del agua… ay, España. En otros países te dejan pasar la botella; aquí te dicen básicamente: “Si tienes sed llora o paga”.

La caza del asiento

Después del striptease involuntario del control, te vistes deprisa y vas en busca de una silla, un asiento sin más. Suerte con eso.
Mitad de las sillas sostienen maletas tomando el sol, mientras humanos se sientan en el suelo como peregrinos.
La empatía, sí. Esa joya que la gente deja en casa junto a las llaves de repuesto.

¿Cargar el móvil? Jajajajajaj. Eso es nivel experto.
Tienes que pegarte a un poste de carga como hiedra urbana y rezar para que uno de los cinco enchufes quede libre. Ese momento de mirar al dueño de un cargador ocupado como quien observa un árbol seco esperando que dé fruto.

Momento avión

Te acomodas a tu asiento (y aquí os dejo mi famoso post de tipos de pasajeros, ya sabéis…).
Saltamos el vuelo —porque todos sabemos que volar es lo de menos— y llegas al destino.
Y te das cuenta de que el avión tarda casi lo mismo que tú en llegar a tu pueblo.
El problema siempre es el aeropuerto: llegar antes, esperar, aguantar colas, sobrevivir al estrés.

Pero ya estás ahí. Y eso es lo que importa.

Check-in, pis, cambio de look y calle

Llegas al hotel. Check-in express. Mochila fuera.
Lo primero es usar el baño —nadie habla de esto, pero todos lo sabemos—.
Luego cambio rápido y a la calle, que el destino no se va a descubrir solo.

Aunque tengas poco tiempo, el cerebro entra en modo “supervivencia viajera”: pum, pum, pum.
Gracias al itinerario previo, empiezas a moverte como si conocieras la ciudad de toda la vida.
Nuevos olores, nuevos sabores, nuevas calles, nuevas culturas. Magia pura.

Si encima vas con buena compañía —pareja, amiga, tu padre, quien sea con quien vibres—, ya ni te cuento.

Las fotos: ese drama universal

Esto es ciencia:
En cada pareja hay uno que hace fotos increíbles… y el otro, bueno… que enfoca regular tirando a desastre, pero lo intenta… ehhhh, eso es lo que importa, ¿no?
Pero oye, yo salgo bien SIEMPRE. Ya podéis imaginar quién soy. 😄
Y sí, me encantan las fotos. Para mí, casi todas están perfectas… y si no lo están, no digo nada: no tengo derecho a quejarme, porque yo ni sé encuadrar.

De aquí para allá hasta que cae la noche

Sigues caminando, probando cosas, compartiendo platos para probar más (truco de profesionales), tomando algo típico en una terraza, subiéndote al metro, disfrutando cada rincón.

Y de pronto… es de noche.
Toca volver al hotel, porque mañana madrugas. ¿Dormir?
JA.
Tu cerebro ya sabe que estás fuera de casa: duermes menos pero vives más. Te levantas y repites toda la rutina, viviendo y sintiendo cada detalle, mientras dopamina, serotonina y oxitocina se mezclan por un tubo.

El vuelo de vuelta

Lo peor.
Levantar el cuerpo a una hora en la que ni la vergüenza está despierta.
Pero lo haces, vuelas, duermes lo que no dormiste, llegas a casa.

Ese momento “hogar, dulce hogar” mezclado con “¡qué pedazo de finde me acabo de marcar!”.

Y ahí llega la trampa: quieres más.
Las escapadas express son eso: pequeñas dosis de vida que enganchan más que cualquier serie… bueno, depende de la serie, claro.

Guiño final:
Y sí… si tu crush te acompaña en la aventura y siempre dice que sí, todo gana puntos extra. ❤️

Consejo del día:

Si quieres vivir 24 o 72 horas de adrenalina y sentir esa gran sensación de felicidad, bichea un vuelo o una escapada de fin de semana: corto, pero intenso.
Porque al final, lo importante no es el destino… sino lo que sientes mientras estás ahí.






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