Cómo NO Hacer una Tarta de Queso Fit sin Azúcar 🍰

Ladies and gentlemen!!
Hoy vuelvo con otra receta chapuza pero con mucha intención, y —como últimamente— con un pintón de 100.
Hecha en la freidora de aire, porque yo ya soy del club del aire caliente… o del Satisfyer, como mucha gente la llama 😂.
Una de esas tardes en las que te apetece algo dulzón, pero sigues firme con tu plan de pérdida de peso:
decidida, valiente, heroína de la avena y del déficit calórico.
Necesitas algo dulce pero manteniéndote a raya
Pues bien, ese fue el momento.
Ahí pasó.

Mezclé todos los ingredientes en un bol, con la ilusión de quien está a punto de merendar gloria.
Puse papel de horno en mi molde del TEDi —mi tesoro—, el tamaño perfecto para una merienda, un desayuno e incluso para compartir…
Qué pena, en serio .
Lo coloqué con mimo y directo a la freidora de aire, en la función “dulces”, que suena prometedora, casi poética.

Por la ventanita de cristal, aquello era un espectáculo.
Crecía, doraba, se veía feliz.
Una tarta digna de escaparate.
A veces pienso que esa ventana no debería ser de cristal: te crea falsas esperanzas.
Mejor no ver nada, no encariñarte… porque después pasa lo que pasa.

La receta llevaba edulcorante,
pero yo, tan lista y optimista, pensé:
“Bah, la vainilla lo arregla todo.”
El autoengaño tiene sabor a huevo, aviso.


🍰 Ingredientes del crimen repostero:

   -1 yogur griego

   -2 cucharadas grandes de queso cottage

   -1 huevo  (el protagonista del drama)

   -Un chorrito de esencia de vainilla

   -Y el ausente ilustre: el edulcorante


Cuando la saqué, era una obra de arte visual.
Doradita, firme, con ese brillo que te hace pensar:
“Esta vez sí, esta tarta me cambia la vida.”
Hasta que la probé…

El sabor…
como morder una tortilla con delirios de cheesecake.
Intenté salvarla con chocolate 85% —porque yo creo firmemente que todo se arregla con chocolate
pero ni el cacao más puro pudo tapar aquel drama existencial.

Comí cuatro cucharadas, cuatro oportunidades que le di a la reconciliación.
Y nada.
Sin azúcar, no hay redención.

Moraleja final:
La próxima vez le pondré azúcar.
A la tarta y a la vida.
Porque ser dulce, a veces, también cuenta como fit mental.

Ah, por cierto…
ya tengo en mente otra receta de estas que voy a probar.
¿Creéis que a la tercera irá la vencida?

P.D. : Oye, no penséis que soy tan sosa, ¿eh?
El otro día me comí un Gloricao Bombón, chocolate y azúcar a full…
¡y me sentó más que de maravilla!

Mi cuerpo feliz 😋, y mi corazón… más que contento ❤️. 







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